Mientras
aprendemos agobiados en esta tarde de domingo a responder a, b, c o d, algo muy
útil para la vida (¿en qué quieres gastar el tiempo que te ha sido dado?, B,
¿te sientes en control de tu vida?, C, ¿me quieres?, Ninguna de las
anteriores), quiero ilustraros en cuestiones logísticas con dos vidas. Podría
hablar de Amazon, DHL, de ferias, tratados, contratos, incoterms y
conocimientos de embarque, pero no me da la gana. Quiero hablar de nombres, personas,
gente que sudaba, tenía halitosis; desayunaba cada mañana con el pijama arrugado; gente que
se despertaba a media noche con un ataque de ansiedad y se sentaba en la cama; gente
que se quedaba con la mirada perdida frente al espejo empañado del baño. Voy a
hablaros de Pablo Escobar, el mayor traficante de cocaína de la historia, y de
Arthur Rimbaud, poeta simbolista francés, un genio maldito que para los
diecinueve años había cambiado la historia de la literatura europea.
¿Qué
tienen en común? Tanto uno como otro decidieron aprovechar al máximo la única
vida que tenían, y gracias a la logística, la liaron parda.
Pablo Escobar (1949-1993) nació en
Colombia, Antioquía, en un barrio lleno de charcos y chabolas. Un pobre chaval
que robaba, si podía, una moto de segunda mano y se la vendía al primo de un
amigo por cuatro duros. Antes de cumplir los treinta años, sin embargo, Escobar era el
hombre más rico de Colombia, uno de los hombres más ricos del mundo, tenía
metido a un país de cuarenta millones de habitantes en el bolsillo (a su poder
judicial, a sus políticos, a su policía, a su ejército), era respetado por su
vecino del norte, Estados Unidos, proveía el 80% de la cocaína mundial, era
senador e ingresaba cantidades cercanas a los dos mil millones de dólares al
año. Pablito.
¿Cómo
lo hizo? Esto daría para un tratado entero de logística y organización
empresarial, pero resumidamente diremos que:
1º. Llegó
con escasos veinte años a jefecillo de dos o tres calles de Medellín.
2º. Una
vez allí, coordinó a todos los jefes de la droga del barrio, poniendo fin a las
disputas que los tenían enfrentados en guerras internas. Acordaron la
distribución, el precio y la producción.
3º. Fichó
a Carlos Lehder, pieza clave para el futuro cartel de Medellín. Carlos metía en
EEUU marihuana, hablaba inglés, se sabía mover; digamos que de pequeño sabía
cómo robarle el bollicao al niño del cumpleaños, ese niño mocoso y lechoso, y
luego echarle la culpa al de las gafas.
4º. Construyeron
un aeropuerto en las Bahamas, al que llegaban las avionetas de Escobar, y desde
allí, en buques mixtos, bulkcarreriers, LNG´s, LPG´s, buques frigoríficos,
contenedores dry box, open-top, flat-rack de veinte o cuarenta pies, o simples
lanchas, tomaban tierra, y una perfecta red de transporte por carretera hacía
que la cocaína no faltara a las fiestas de Madonna, Bon Jovi o Elton John.
Así
se hizo imprescindible para los demás productores de cocaína. Él era quien
tenía las riendas ahora, él metía la droga en EEUU, él fijaba las condiciones y
el precio a cobrar por la distribución.
Colombia
era un país de 40 millones de habitantes, y un solo individuo con un bigote se lo metió
en el bolsillo y lo convirtió en su columpio particular, en su barraca de feria.
Arthur Rimbaud (1854-1891), poeta
maldito, niño prodigio, sorprendió a
los 16 años a todo el círculo literario parisino con sus poemas, adelantándose
a lo que luego se haría norma. Comenzó una relación amorosa autodestructiva con
Verlaine, el poeta, que acabó en un disparo por parte de éste a nuestro héroe. Los
franceses son muy de hacer estas cosicas. También es verdad que antes no tenían
Facebook ni gimnasios. Ahora clicarían like
a mala leche y se irían a hacer dominadas. Recuperado de la herida escribió Una temporada en el infierno, hito de la
literatura universal, y a los diecinueve años decidió que
la literatura sólo le había aportado amargura y un tiro en el hombro, así que
le echó sentido común a la vida, abandonó la escritura para siempre y emigró a
África, donde se dedicó al tráfico de armas. Llegó a controlar su distribución en
una amplia región, lo que le permitió construir una considerable fortuna.
Utilizó a la que se convirtió en su amante, una mujer negra de pechos como
zepelines, para crear inestabilidad en la zona y asegurar su negocio.
Los
dos murieron pronto. Los dos vivieron intensamente. Los dos la liaron parda.
Pablo Escobar, Arthur Rimbaud; la logística: como darle a un mono una pistola.
Menudos dos ejemplos utilizas para hablar de logística: un asesino y un traficante de armas...
ResponderEliminarEste es un blog de logística, amigo, y los dos ejemplos que nos muestra Chaho están muy bien traídos al caso, porque ponen de manifiesto la importancia, a veces sutil, a veces menospreciada, de la logística.
ResponderEliminarTanto Pablo Escobar como Rimbaud, y muchos otros traficantes o maestros del estraperlo, fueron unos genios en este sentido. Ambos consiguieron montar una red de distribución tan poderosa como silenciosa. Para ello, debieron ser buenos conocedores de toda la cadena logística: para poder diseñar la suya con tanta brillantez; debieron conocer las normas y las reglas: para poder romperlas discretamente; y después, controlarlo todo desde sus despachos, que todo fluyera, a su tiempo.
emmanuel, el mundo está lleno de tipos feos con zapatos bonitos. A mí me apetecía hablar de suelas y cordones. ¿Que si era guapo el tipo que llevaba los zapatos? Pues no lo sé, creo que no, creo que era más bien feo, pero esto se lo preguntas a Teresa y te lo aclara en dos patadas
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